Casi mil proyectos…
Cada vez que un cliente nos encarga un trabajo nosotros generamos un código que nos sirve para compartir internamente y gestionar toda la documentación y tareas de ese encargo. Ese código nos permite gestionar aspectos de la calidad del trabajo y hacer seguimiento de todas las acciones que conlleva un proyecto de consultoría.
Una información que también nos da ese código es el número de proyectos que llevamos realizados en CIMAS. Al principio no es más que un dato relativo pero ahora que nos acercamos al millar, bien merece la pena dedicar al tema unas líneas de reflexión. Por supuesto que tendremos que añadir un dígito más a la parte numérica de ese código, no nos llega con los tres de ahora. Los códigos comenzarán ahora por 1 durante una temporada muy larga, no como cuando llegamos al centenar de proyectos, que nos duró año y medio.
Lo verdaderamente importante es que, además de un número, cada proyecto tiene su historia. Es la historia del cliente, de las personas para las que trabajamos y de lo que necesitan. También de lo que les mueve para contratar a CIMAS, de lo que reciben al final del trabajo y de las sensaciones con las que se quedan.
También es la historia de nosotros, de los consultores, del equipo que pensó en las necesidades del cliente desde la propuesta y que se comprometió con estas necesidades hasta la entrega del último documento. Es la historia de las personas que han pasado por CIMAS en estos casi trece años, que han aprendido el oficio con nosotros y que ahora algunos de ellos continúan su camino profesional en esos mismos clientes con los que alguna vez trabajamos.
Cuando la experiencia acumulada es tan amplia y los momentos vividos han sido algunos tan intensos, siempre queda un punto de nostalgia. Sin embargo, muy pocos proyectos son repetidos en el tiempo (¡por desgracia para nuestro negocio!) y la evolución del mercado nos ha obligado continuadamente a buscar nuevos servicios y nuevos contenidos para los proyectos. Ya estamos acostumbrados. Hemos hecho de la necesidad virtud y creo sinceramente que hemos alcanzado un buen nivel de creatividad.
Esa forma tan particular de ver la realidad, como algo que somos capaces de transformar en la dirección que necesitan nuestros clientes, es nuestra mejor carta de presentación.
MIKEL GARAY
Socio Director
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